Vivir con intención: la decisión que lo cambia todo
- Juan Guarin

- 9 abr
- 2 Min. de lectura

No se trata de tenerlo todo claro. Se trata de caminar con conciencia, aunque sea con pasos pequeños.
Vivimos en un mundo que nos empuja a la velocidad, a la productividad sin pausa, a cumplir expectativas que a veces ni siquiera elegimos. Nos levantamos con una lista de tareas y nos dormimos con una sensación difusa de no haber hecho “lo suficiente”. En medio de todo eso, algo se pierde: la conexión con lo que verdaderamente importa.
Vivir con intención es un acto de recuperación.
Recuperar la capacidad de elegir, de cuestionar, de decir “esto sí, esto no”. Es reconocer que no todo lo que brilla es prioridad, y que no todo lo que se espera de nosotros está alineado con quienes somos.
Vivir con intención no es vivir sin errores ni dudas. Es, más bien, mirar con honestidad lo que sentimos, lo que deseamos y lo que evitamos… y decidir desde ahí. Es tomar el timón, aunque no tengamos aún claro el destino. Es preguntarnos con regularidad:¿Esto que hago, que digo, que acepto… me lleva a donde quiero ir?¿Está en sintonía con mi verdad más íntima?
Lo intencional no siempre es evidente
A veces confundimos intención con planificación. Pero no es lo mismo.Planificar es organizar el tiempo. Vivir con intención es elegir el sentido.Es lo que sucede cuando lo que haces tiene alma. Cuando lo que decides no solo se justifica con argumentos externos, sino que se siente bien en el cuerpo, en la conciencia, en el corazón.
¿Y por dónde empiezo?
Por algo pequeño, concreto y verdadero.Por ejemplo:
Darte permiso para descansar sin culpa.
Preguntarte cada mañana: ¿qué sería importante para mí hoy?
Decir que no sin sentir que estás fallando.
Escribir una sola línea que responda a esta pregunta:
¿Qué necesita mi vida para sentirse más mía?
Cada uno de esos gestos es una forma de decirte: “mi vida importa. Y yo soy quien la vive.”
En resumen…
Vivir con intención no es un destino. Es un camino que se afina paso a paso, decisión a decisión.
Es una práctica diaria de conexión, coraje y cuidado.
Y si algo puedo asegurarte, es esto:Una vida intencional no es una vida perfecta, pero sí una vida más tuya. Más honesta. Más digna de ser vivida.





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